Milibeth Álvarez: La distancia sólo sirve para disfrutar con más fuerza

Milibeth AlvarezA finales del año 2003, estudiando la carrera de Derecho, conocí a un chicho bello, sencillo y callado. Siempre buscaba sentarme detrás de él, pues sus sublimes atributos y su inteligencia me atrajeron de inmediato, me cautivó. Así fue como logré lo que quise desde el principio y, poco a poco, nos convertimos en grandes amigos.

Sin embargo, no fue sino hasta poco tiempo después que comprendí que no sería un amigo cualquiera. En uno de los peores momentos de mi vida, Arlin era el único capaz de hacerme reír, la única persona en quien encontré alivio y refugio. Entendí entonces que sería crucial en mi vida y que entraría en ella de forma permanente para dejar una marca indeleble.

Éramos cinco en nuestro grupo de estudio pero nuestra conexión era diferente, especial. Y así transcurría mi vida… junto al chico tímido de la agenda bajo el brazo. Con el tiempo esa amistad que yo tanto atesoraba creció para hacerse más fuerte a pesar de que por situaciones del destino tuvimos que separarnos, sólo físicamente, manteniendo los lazos de cariño, empatía y comprensión intactos, inquebrantables.

Aún conservo su regalo, su foto y una tarjetita cuyas palabras quebraron mi alma porque me di cuenta de que dejaba atrás al mejor amigo que la vida pudo regalarme. Atrás dejé también a otros “amigos” que no necesito nombrar, pero como ya yo sentía sólo con uno me quedaría por siempre, ese que me decía “Mili, te lo dije” pero después de eso me daba un abrazo reconfortante que me salvaba de la tempestad.

Hoy se fue el niño que veía en él para convertirse en un hombre maravilloso del cual me siento profundamente orgullosa por las metas cumplidas, por su humildad, por su inmenso corazón, ¡por ser mi chico mágico!…

Mágico por siempre aparecer, más allá de la distancia, en el momento preciso, haciéndose sentir a mi lado. Mágico por esa habilidad particular de casi leer mis pensamientos y carencias más profundas. Mágico porque aunque no esté materialmente conmigo y no nos mantengamos diariamente en contacto me llena más que la mayoría de personas que están a mi alrededor. Magia es saber que no necesitamos vernos para tenernos mutuamente en nuestros pensamientos y en nuestros corazones.

Del niño aprendí la perseverancia, la constancia, la pasión a lo que se hace, el valor de la vida, que el miedo es nada en comparación a las ganas de superarse, el esfuerzo, la lucha y el coraje. Del hombre aprendí que el éxito es el resultado de la mezcla de todos los factores anteriores, que no existe distancia suficiente para quebrar una amistad que es bonita y verdadera. Que la distancia sólo sirve para disfrutar con más fuerza esas charlas nocturnas que parecen interminables, sus abrazos únicos y salvadores, y también para comprender que una parte de mí siempre habitará en él y que pase lo que pase él jamás va a desaparecer. Que todo eso lo hace infinitamente especial y a mí infinitamente feliz.

Milibeth Álvarez

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